martes, 6 de septiembre de 2011
Zacarías Cerezo
Foto del Catálogo de la Exposición
Caminos de Perdonanza,
Septiembre 2010
No soy experto ni comprador de arte en general. Con los libros ya me conformo. También es cierto que me encanta el dibujo y, como una gran mayoría, he hecho algunos pinitos con lápices y pinceles, afición que se truncó cuando tuve que ocuparme de ordenar la biblioteca de mi padre.
Recuerdo de mi juventud a los hermanos Pericot -vivíamos en Masnou, 1955- quienes me descubrieron el gouache y a Roualt e incluso, mi padre, quien, además de cocinar y reunir libros de gastronomía, le encantaba dibujar a la pluma. En su extensa colección destaca un número importante de libros de arte y pintura, lo que siempre deja huella en los que venimos detrás.
En los blogs del periódico La Verdad, donde actualizo periódicamente la bitácora Libroscocina, apareció un buen día Restando Luz, de Zacarías Cerezo. Las entradas, que se iban renovando con bastante rapidez y constancia, se componían de una bonita acuarela y un elegante texto comentando el origen o significado del dibujo.
Empezaron a aparecer temas que me gustaban y no pude resistir la tentación de hacerme con una de esas acuarelas.
Lo más significativo para mí, ha sido precisamente que, por mediación de Internet, a través de los blogs, un artista como Zacarías ha llegado hasta mi ventana, y yo he conocido, admirado y finalmente conseguido una de sus obras.
Los limones, granadas y membrillos nos ofrecen un delicado colorido que, a mi personalmente, me encandila. De los tres, solo he podido con uno que siempre es mejor que ninguno.
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