Fotos
del Himalaya
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lunes, 26 de noviembre de 2012
Miquel Barceló
Cuadernos
del Himalaya Miquel Barceló
Página 65
Mi primer recuerdo, ya
lejano en el tiempo, de Miquel Barceló,
es un documental, o como quiera que se llamara, que vi en la tele y que
mostraba a dos jóvenes que viajaban en un utilitario y pintan en la playa de
forma muy original.
A los pocos años ya era
famoso, y la siguiente anécdota que me asombró, contaba que un coleccionista
-sus cuadros ya eran valiosos- tuvo que retirar la pintura del salón, pues las
piezas orgánicas incrustadas en la tela, al descomponerse, producían un olor
poco agradable.
Y la última fue la
decoración de la cúpula de la Sala XX del Palacio de las
Naciones Unidas de Ginebra. Tarea en la que, además del coste fuera
de lo común del trabajo, 20 millones de euros, lo que informaba la prensa nos
hacía pensar que no se auspiciaba un final feliz, tesis que resultó
afortunadamente errónea.
Siempre me han gustado los
artistas, y si son bohemios, mejor. Yo no compro pinturas, como es de suponer,
porque no puedo.
Pero con los libros si me
atrevo, y en cuanto apareció esta Divina
Comedia, enseguida me hice con ella.
Me ha faltado comentar las
correrías africanas de Barceló.
Precisamente en el libro
que ha motivado esta entrada, Cuadernos
del Himalaya, leemos la opinión de Barceló:
"Hace 25 años que tomo África como medida de todas las
cosas y, en comparación, todo me ha parecido triste y gris. Las picaduras del
pez escorpión del Índico eran como las de una avispa comparadas con las de un
minúsculo escorpión amarillo dogón (aunque también es verdad que me picó al
lado del ojo). El sabor del vino de sandía mascada y escurrida, fermentada en
las calabazas de Centroamérica, me emborrachaba menos que aquel viejo y querido
conyo, la cerveza de mijo
dogón..."
Cuadernos
del Himalaya Miquel Barceló
Página 26
Nota
del editor
Durante los
veranos de 2009 y 2010, Miquel Barceló recorrió la sierra del Himalaya en
compañía de un amigo llamado Ach. A lo largo del viaje no dejó de dibujar y de
tomar notas.
...
Finalmente,
se incluyen también una serie de fotografías realizadas y comentadas por el
artista.
Los mojes del gompa de Padum, al que llegamos tras algunas horas
de una subida bastante pesada, nos han invitado a compartir su comida. El
panecillo, de forma curiosa, que guarda una lejana relación con el croissant,
tiene un olor muy pertinaz que, aún hoy, un año después, me recuerda a Zanskar.
Cuadernos
del Himalaya Miquel Barceló
Página 175
Los mangos de Cachemira son los mejores que he comido nunca; su
sabor es exactamente éste: ácido dulce, firme sin ser fibroso, ni jugoso...
Además son bellísimos. Ahora entiendo cuando me decían que los
motivos de llamas en los tejidos cachemires eran mangos.
Cuadernos
del Himalaya Miquel Barceló
Página 179
miércoles, 14 de noviembre de 2012
Chabrot
Chabrot
Foto
Ray DELVERT. VILLENEUVE-SUR-LOT
En 1957 M. et Mme Rugine, matrimonio ya retirado, pasaban
largas temporadas en Masnou donde tenían una villa muy alegre situada en una
colina cercana. Ya no recuerdo si era por la zona de Alella o de Teyá, y
frecuentaban el Restaurante Thebussem, por lo que en la temporada invernal nos
veíamos con frecuencia. Por aquello de practicar el francés, manteníamos unas
charlas en las que monsieur Rugine
me contaba siempre anécdotas de su tierra, Dordogne.
Me hablaba de los
"cèpes", unas setas grandes como platos, me indicaba con las manos, y
también, cuando tomaba sopa, le echaba al final un chorrito de tinto al plato ya casi vacío y lo apuraba directamente
como si fuera un ribeiro en taza.
-Il faut fer chabrot!, me
decía muy satisfecho.
Facebook nos recuerda
todos los años los cumpleaños de los amigos y, como es lógico, incapaces de
desatender el aviso informático, acostumbramos a felicitar al interesado.
Ayer,
con ganas saludar a Manuel Allué,
autor del blog
que si bien ahora lo mantiene en "stand by", mientras
estaba activo me encantaba visitarlo y no me perdía una entrada y con ganas de
añadir algo al clásico "feliz cumpleaños", pensé qué es lo que podía añadir.
Entonces recordé que le gustaban las fotos antiguas y al rebuscar en el cajón me apareció la postal del Chabrot. ¡Seguro que le gusta!, me dije.
Entonces recordé que le gustaban las fotos antiguas y al rebuscar en el cajón me apareció la postal del Chabrot. ¡Seguro que le gusta!, me dije.
Y es que a mí también me va,
y cuando uno revuelve los cajones, siempre afloran los recuerdos. Con ganas de
documentar un poco esta costumbre de terminar el plato de la sopa con vino, he
buscando en los libros sin conseguir encontrar ninguna referencia.
Sin embargo, en Internet
me ha aparecido a la primera:
Foto
Ray DELVERT. VILLENEUVE-SUR-LOT
En la Wikipedia, curiosamente, vemos la misma foto
de la postal que nos envió Rugine.
Leemos en la Wikipedia:
"Hacer chabrot está hoy considerado como una costumbre
antigua y campesina, aunque se admite en determinadas circunstancias.
En una
comida entre gastrónomos, Philippe Faure-Brac, mejor sumiller del mundo 1992,
propietario del "Bistrot du Sommelier", en París, se levantó y pidió
autorización para hacer chabrot con el resto de su "velouté de
champignon" y un Cheval Blanc 1998. Pierre Lurton, director de las
sociedades de "Châteaux d'Yquem et Cheval Blanc" le respondieron
vertiendo el fondo de su vaso en la sopa.
Todos le imitaron. Esta versión
moderna de Chabrot consistió en saborear la mezcla con la cuchara, nadie bebió
directamente del plato".
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