© KEYSTONE / JEAN-CHRISTOPHE BOTT
En el post anterior, el amigo Pisa nos sorprendió con su libro de 500€, y, como buen aficionado, ya estaba repasando a ver de dónde podía sacar -las tarjetas están ya secas- el efectivo para hacerme con L'art de Guy Martin, y quedé barruntando. Nada bueno, por supuesto.
Pero amigo, antes de acostarme, al dar un repaso a la prensa, justo en la última página del mundo, veo
RUBÉN AMON/París
Corresponsal
"El bibliómano en serie logró desviar a beneficio de sus estanterías hasta 3,7 millones de euros. Los necesitaba para adquirir, verbigracia, los “Poemas” de Mallarmé ilustrados por Matisse, así es que tuvo la ocurrencia de inventarse una compañía médica con sede en París que facturaba servicios y material quirúrgico inexistentes.
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Se le juzga específicamente por la sofisticada telaraña que había creado para desviar los dineros del centro hospitalario. Unas veces organizaba cursillos inexistentes. Otras, falsificaba facturas o se inventaba protocolos de cooperación científica con la remota Georgia.
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La explicación de Julien Bogousslavsky consiste en que le ha sobrepasado la obsesión por el coleccionismo y le han nublado las entendederas las hermosas piezas de bibliofilia a disposición en el mercado. Entre ellas “La chanson complète” de Paul Eluard ilustrada por Marx Ernst (144.000 euros) y un rarísimo ejemplar de “La Guerra Universal” de Alexeï Kroutchenykh que el poeta ruso había elaborado con la pintora Olga Rozanova (292.000 euros).
Semejante tesoro le fue confiscado al coleccionista y subastado a iniciativa de Christie’s en París en mayo de 2006. Llegaron a recaudarse 4,2 millones de euros, así es que Julien Bogousslavsky había demostrado que sabía comprar… con el dinero ajeno.
“Reconozco que fui víctima de una espiral infernal. Quería detenerme pero no podía hacerlo”, señalaba en el proceso el reputado científico. Tan reputado que ha publicado 51 libros y fue nombrado antaño secretario general de la Federación Mundial de Neurología.
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A la vista de estas cifras, los 500 € de L'art de Guy Martin, pueden parecer calderilla. De todas maneras, y a pesar que las compras del neurólogo bibliómano resultaron una acertada inversión, vamos a seguir estudiando las disponibilidades de nuestro particular -y familiar- fondo inversor.
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