María Paz Moreno
Sevilla, 2007
(Copiamos del dorso de la cubierta)
INVERNADERO enlaza con una tradición poética que entiende la escritura como búsqueda, siendo la palabra el vehículo para alcanzar el conocimiento. Para la autora, la poesía es revelación y la palabra es a un tiempo reto y refugio. Los poemas de Invernadero nacen del asombro ante la realidad y de la reflexión sobre la existencia y sobre la escritura misma.
de la Universidad de Cincinnati, Ohio, USA, que gentilmente colaboró en la entrada de Libroscocina titulada La cocina española antigua, y autora de una serie de libros de poemas, me ha sorprendido con este ejemplar de su último libro publicado. Leemos también en el dorso de la cubierta:
MARÍA PAZ MORENO (Murcia, 1970) ha publicado los libros de poesía La semilla bajo el asfalto (Botella, 1994), Mudanza en su costumbre (Frutos del Tiempo, 1996), Correspondencia atrasada (Pre-Textos, 1999), Geografía enemiga (Ediçoes Tema, Lisboa, 2001) y la edición aumentada Geografía enemiga. Los dones perversos (Libros del Innombrable, 2005). Es también autora del libro de ensayo El culturalismo en la poesía de Juan Gil-Albert (IGA, 2000) y de la edición de la Poesía completa de Juan Gil-Albert (Pre-Textos, 2004). Es profesora de Literatura Española en la Universidad de Cincinnati (EEUU).
Al final del libro, en una especie de recordatorio y agradecimientos, leemos:
…
Y finalmente, gracias a mis circunstancias: a los inviernos helados de Cincinnati, que me empujaron a construir mi propio invernadero poético.
…
Incluimos pues, la página 39:
Ven,
contemplemos la belleza artificial,
el delicado borde de los pétalos
plegado sutilmente sobre sí mismo,
incitante como unos labios
o un dulce sexo femenino.
Su virginidad fabricada sonríe
tras el cristal, se saben protegidas
en este pequeño paraíso vegetal
a salvo del mundo,
a salvo
de asesinos de palomas.
Déjate seducir sin oponer resistencia.
Permanece absorto junto a ellas
bebiendo en el vértigo de sus cálices
el terso olor a miel, pesado y sofocante.
Advierte la semejanza de ese olor
con el que emanan los
cuerpos entrelazados.
Ven,
contemplemos la belleza artificial.
A Armstrongfl le gustó la poesía, pero desearía oler-aunque fuese por poco tiempo- la orquídea salvaje, al natural.
ResponderEliminarLa maravilla de la sensualidad es su florecimiento, no su conservación artificial.
Un saludo,
Armstrongfl
Amigo Amstrongfl:
ResponderEliminarTus comentarios, igual que tus artículos, siempre son interesantes de leer.
Un saludo,
Sebastián Damunt