sábado, 19 de diciembre de 2009

Club de Gourmets


Acabo de recibir la revista Club de Gourmets, que viene cargada de interesantes entrevistas, reportajes y variada información gastronómica.

Pero lo que me ha sorprendido, ha sido el editoral, que no tiene desperdicio:

EDITORIAL

"No es esto, no es esto"

Quiero recordar fue la frase pronunciada por el filósofo Ortega y Gasset cuando la República de los treinta y ... empezó a desfacer la socie­dad civil y cosas peores terminando en una de las etapas más tristes de nuestra reciente his­toria cuya cainita herencia todavía apunta maneras.

"No es esto", nos acogemos a la expresión para contarles un sucedido de reciente vivencia. Reservamos una mesa en un tri estrellado restaurante florentino, nos pidieron y re­mitimos nuestras coordenadas de tarjeta de crédito, en respuesta nos solicitaron transmitirles el hotel donde nos alojaríamos durante la estancia en la ciudad del Arno, y nos requirieron una llamada el día anterior para reconfirmar nuestra reserva, a las 12,00 horas del mediodía.

En la hora H y en el día D nos personamos en el restau­rante; una vez acoplados nos hicieron llegar las cartas, co­mida y vinos. Ya íbamos algo quemados con tanta requisitoria, sin embargo la lectura de las cartas aceleró nuestro estupor. El menú más asequible eran 250 € más bebidas, por persona, y de ahí en adelante. Dicha carta mencionaba que cada comensal debería consumir dos pla­tos como mínimo, obviamente a efectos de facturación, cuyo precio medio por plato era de 90/100 €.

La vorágine crematística se acentuó al leer la carta de vinos; independientemente del precio de las botellas, re­conociendo una espléndida bodega, las ofertas, digamos asequibles, eran de este tono: para 4 copas de vino no muy generosas, el precio mínimo era de 200 € per cápita, luego pasábamos a la inmediata de 300 € para 3 copas, y así, quiero recordar hasta 700 € para 3 copas de grandes vinos. Mi acompañante sólo bebe champagne y la consu­mición mínima obligatoria, 2 copas, era de 150 €, en una de calidad digna, sin más, Billecart Salmon, nada de los grandes. La comida también fue correcta, los dos platos principales excelsos, un carré de cordero y un pichón inol­vidables. El servicio, impecable.

Reseñada esta experiencia, por otro lado irrepetible en todos los sentidos debemos concluir que "no es esto". Ni el acoso conminatorio para confirmar la reserva ni las imposiciones de comer un mínimo de platos, ni mucho menos la obligación de beber en las gravosas condiciones antedichas. ¡Ah, se me olvidaba! El sucedido se perpetró en la Enoteca Pinchiorri (Florencia).

Foto de relaischateaux

Restaurante Enoteca Pinchiorri

Leemos en la página de Relais et Chateaux:

"Único en el mundo: la bodega de Giorgio cuenta con 120.000 botellas en los sótanos del restaurante".

1 comentario:

  1. El precio a pagar por practicar el esnobismo culianario siguiendo lo que dicta la Michelin.

    Que no es quejen, ya les está bien; es lo que buscan.

    Y luego se dedican a desporticar la guia de guias, la Guia Michelin, en 'su' revista Club de Gourmets para favorecer su Gourmetour, que la compré una vez y no más ya que sólo se dedican a copiar los restuarantes que salen en la Michelin y cambiarles la nota a su antojo.

    Lo que deberían de haber echo es haberme enviado mi nº de diciembre-enero o almenos responderme al email de porque no lo recebí.

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