lunes, 27 de septiembre de 2010

Alimentos orgánicos

Al repasar el XLSemanal de Vocento, nos ha impactado el escrito de Juan Carregal, que nos ha animado a bucear en este candente tema,

Foto de ÁLEX PIÑA


Digo que me ha sorprendido porque es precisamente la pregunta que me hago a menudo. En mi ámbito familiar suele existir presión, por una parte del equipo, para rendirse incondicionalmente a este postulado. Lo orgánico siempre es mejor y hay que tratar por todos los medios de conseguir este tipo de productos.
Esto conlleva inconvenientes que no todos están dispuestos a sufrir. No voy a hacer referencia a la parte económica, que ya se comprende que es una decisión condicionada al bolsillo de cada uno, lo cual no resulta tan simple, vista la situación general en este aspecto, cuando en ocasiones resulta difícil hacerse con cualquier tipo de alimento, del modelo que sea.

En mi caso, el -más bien la- cabeza de familia, ante la presión de los partidarios  del alimento orgánico, aceptó el suministro de estos alimentos. El domicilio familiar se encuentra en una zona donde el productor tiene señalado un  lugar de entrega semanal de los pedidos. Hay que desplazarse pues, a una hora determinada para hacer la recogida -previo pago- de las ocho o diez cajas -pequeñas- de frutas, verduras, patatas y demás alimentos necesarios para siete días. Cargar las cajas en el coche, conducir hasta el domicilio, y, nuevamente, traspasarlas del automóvil a la despensa.

Operación simple en apariencia, pero que solo resistió algunas entregas, con la sentencia final de que:

-El que quiera orgánico, que vaya a por él.

Juan Carregal nos comenta en su escrito los pros y los contra del orgánico, que también tiene contras, a pesar de que estamos de acuerdo que, en principio, y precisamente por la dedicación y cuidado personalizado que reciben, puede ser la mejor elección.

Brotes de alubias

Leemos también en la Wikipedia:

Los alimentos orgánicos están en pleno auge ya que los métodos agrícolas masivos que se utilizan en la agricultura industrial han sido señalados por el movimiento ecologista por su insustentabilidad ambiental y por la exposición de los alimentos a pesticidas tóxicos.


Foto de la página

Existen infinidad de empresas, muy bien organizadas, que se dedican a captar clientes para productos denominados Alimentos orgánicos, lo que debería también hacernos evaluar todas las posibilidades y propuestas.


Aceptando la mejor calidad de los orgánicos, pero nos vemos obligados -y que no falten- a consumir por el momento los productos estándar, en la mayoría de las ocasiones. O esta es mi opinión.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Slow Food


 
(Foto de El País Semanal)
Arriba, a la izquierda, plato de Ca Na Toneta. A continuación -derecha- plato de Rodrigo Lacalle. Abajo, a la izquierda, Antonia Quiñones y a la derecha, de blanco, Rodrigo Lacalle y un colaborador.

Más allá del kilómetro o, es el título del reportaje de Álvaro Castro,  -de quién descubrimos, gracias a internet, que es un doctorado en gastronomía- publicado en El País Semanal,  que me ha interesado y he separado para comentar en este blog.

Me encanta la idea de trabajar con productos locales y de temporada. Parece ser lo ideal, aunque en la mayoría de los casos resulta, sino imposible, cuando menos difícil. Así se manifiesta, según leemos en el artículo, José Carlos Capel:

"La mayoría de la llamada cocina de proximidad es ficticia, es una estrategia de marketing"

Finalmente, lo que nos ha abierto a un mundo nuevo, ha sido la página web de Slow Food


Foto de la Guía de Slow Food

Recuerdo cuando se inició Slow Food, y siempre me pareció algo acertado. A lo largo de los años, siempre coincidí mentalmente con su doctrina, aunque nunca tuve la oportunidad de colaborar.

También es cierto que sus actividades, a excepción de algún circuito gastronómico, fueron siempre escasas y, digamos, alejadas. 

Internet nos descubre las islas que maravillaron a Simbad (cosas de  Cunqueiro) y nos permite navegar por aguas recién descubiertas.

Hoy,  después de visitar www.slowfood.es, he quedado sorprendido y, porque no decirlo, enganchado.

Lástima que en la Costa Cálida, donde resido, no haya ningún Convivium -sedes locales-, pero todo se andará.



Foto del Almanaque 2010 de Slow Food